Poco a poco van cayendo las comunidades autónomas que van a poner en marcha el conocido como pasaporte covid. La Sala de lo Contencioso del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) ha dado su visto bueno a esta medida al estimar que la medida es «idónea, necesaria y proporcionada, porque persigue reducir la transmisión del virus y evitar restricciones de derechos de mayor entidad».

Y no pueden sintetizar mejor sus señorías la situación actual y la necesidad de aplicar una norma como la del pasaporte covid. De hecho, a juicio de quien escribe quizá vayamos tarde y suave, como casi siempre desde que comenzó esta historia de terror. La libertad de cada uno termina donde empieza la del otro, se suele decir. Ante las circunstancias acuciantes que comenzamos a vivir en España y la película de terror que ya sufren al norte de nuestras fronteras y en el sur africano, no caben medias tintas.

De momento, al menos, todo el mundo ha tenido la libertad de ponerse un escudo ante la pandemia. Afortunadamente, en España el comportamiento de nuestros conciudadanos y la gestión de la campaña de vacunación por parte de nuestros gobernantes ha sido ejemplar. Es así. Presumamos cuando toca. Pero, pese a ello, sigue habiendo una parte de la población, minoría pero suficiente, que se niega a pensar en el bien común -ya que no quieren pensar en el personal-.

«El pasaporte covid puede ser la antesala a una serie de restricciones que vuelvan a dejar un invierno negro para nuestra economía»

Y todo esto viene porque, como bien dice la resolución del Alto Tribunal valenciano, la exigencia sobre el pasaporte covid para acceder a determinados lugares y eventos trata de «evitar restricciones de derechos de mayor entidad». Y así lo parecen entender también los hosteleros, por ejemplo, conocedores de lo que puede venir si no ponemos coto al empeoramiento de la situación en cuanto a la transmisión y, sobre todo, en cuanto al aumento de la presión hospitalaria.

Efe/Biel Aliño

Porque sí, el pasaporte covid puede ser la antesala a una serie de restricciones que vuelvan a dejar un invierno negro para nuestra economía. Actuemos ahora que todavía no estamos en las circunstancias de otros países. O el crecimiento exponencial del virus acabará por amargarnos los próximos meses.