Unirse o morir
Vivimos probablemente una de las semanas con más tensión entre los socios del Gobierno. Aunque, realmente, a prensa y ciudadanos en general nos gusta dramatizar, porque esa afirmación podría hacerse al menos una vez al mes. Lo cierto es que el actual no es el gobierno de coalición mejor avenido. Podría parecer que, en ocasiones, los partidos que conforman el Ejecutivo están más en intereses partidistas que en la política como el arte de gobernar.
Pero esto no es exclusivo del poder estatal. Lo cierto es que no pocas sociedades formadas en los últimos años en ayuntamientos y comunidades autónomas llevan la convivencia como una tortura inevitable.
Seguramente sea la falta de costumbre -en otros países los gobiernos multipartidistas son totalmente habituales- la causa que nos lleva a ciertas consecuencias no del todo deseables para el buen gobierno de una Administración, sea cual sea. Habría que recomendarle a más de un líder político en nuestro país una serie como la danesa ‘Borgen’, a ver si les pudiera servir para caerse del guindo.
«Una buena ocasión para reclamar a nuestra clase política que dé ejemplo»
Pero, a lo que íbamos. La polémica que romperá el Gobierno esta semana es la modificación -o derogación, ya aquí se inician las discrepancias- sobre la reforma laboral aprobada por el PP en 2012.
No entraré a valorar la conveniencia o no de cada una de las tres opciones que se plantean -derogar, modificar o mantener-, pero sí es una buena ocasión para reclamar a nuestra clase política -tan denostada en parte por estos tiempos posmodernos en los que todo el mundo tiene una crítica furibunda que volcar al debate público y, en parte también, por méritos propios- que dé ejemplo.
En un país en el que muchas empresas de diferentes sectores tienen problemas para encontrar personal y el paro supone un problema endémico, no estaría de más que al menos los partidos más relevantes del arco parlamentario encontraran sus puntos en común. Que la ceguera por atacar al contrario no nos impida construir un marco laboral que ataque directamente los problemas a los que ciudadanos y empresas se enfrentan hoy en día.