“Pensar solo en el corto plazo es la diferencia entre un especulador y un empresario”
«La ganancia a corto plazo hasta ahora había predominado, lo que favorecía al especulador, que era el ‘listo’. Pero este tipo de negocio se fue a la cuneta con la crisis”, ha señalado esta mañana el conseller de Hacienda y Modelo Económico, Vicent Soler. “Pensar en el corto término en vez de pensar en el medio-largo plazo es lo que diferencia a un especulador de un empresario”, ha añadido.
Soler ha pronunciado esta mañana la conferencia La trasformación del modelo económico en la Comunitat Valenciana, enmarcada dentro del ciclo el ciclo de conferencias organizado por la Fundació Universitat-Empresa Adeit, de la UV, en el que se analizan los principales temas de actualidad y de interés para la sociedad valenciana.

El presidente de Adeit, Juan Manuel Pérez Mira, y Vicent Soler, en la conferencia celebrada esta mañana. | E3
El conseller ha hecho un breve recorrido histórico sobre el modelo económico de la Comunitat desde los años 60 del pasado siglo hasta los inicios de éste, citando la obra La vía valenciana de Ernest Lluch como referencia. En el período citado, “la Comunitat fue un modelo de éxito a partir de los años 60 del siglo pasado, cuando los empresarios diversificaron la economía a partir del modelo agrario tradicional”. De tal modo que «se creó un modelo basado en actividades intensivas en trabajo. El precio era la estrategia competitiva dirigida a mercados de países más avanzados. Ya era un proceso de internacionalización”. Sin embargo, “ese modelo fue válido hasta los 90, ya que Asia empezó a hacer el mismo papel que habíamos realizado nosotros”.
Por tanto, para el conseller, fue necesario un cambio de estrategia: aunque los precios siempre jueguen su papel, “las ventajas competitivas ya no se pueden basar en el trabajo intensivo. En estos momentos, lo importante no es qué se produce, sino cómo se produce”.
A partir de ahí, y con la mirada puesta en favorecer la toma de riesgos en inversiones y la creación de puestos de trabajo de calidad que conllevaría, las administraciones deben «fomentar el capital social» a base de «cohesión y seguridad jurídica», que otorgue a los empresarios “la libertad necesaria para arriesgar en el marco más sereno posible. Cualquier convulsión o falta de estabilidad perjudica a los negocios”. Aludiendo de nuevo al escenario inmediatamente anterior a la crisis, Soler ha manifestado que se debe «huir del clientelismo barato. Se necesitan criterios objetivos para otorgar ayudas”.

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La «gestión de la transición» a la Industria 4.0
El conseller ha hecho hincapié en la formación como el elemento clave para asegurar un modelo económico de futuro próspero que facilite el bienestar social. “Innovación no significa solo tecnología, sino que también implica a la organización de las empresas y de las cadenas de producción». Por tanto, “el capital humano debe estar a la altura de las circunstancias. Nuestras universidades son de las más punteras del mundo, pero también hay que trabajar profundamente en reforzar la FP, que será fundamental en la transformación del modelo”.
“El mercado es el mejor distribuidor de la riqueza, pero tiene sus defectos”, entre los que se cuenta que no favorece a la innovación por el riesgo que esta conlleva. Para el Soler, “la innovación es un bien público, porque si la economía no es competitiva, la sociedad en su conjunto es la perjudicada”.
Ante la implantación de la Industria 4.0,“el tema más importante al que nos enfrentamos es la gestión de la transición”, para “facilitar que el mayor número de gente se pueda adaptar”. O, lo que es lo mismo, “formación, formación, formación….los trabajos mecánicos desaparecerán, por lo tanto, será fundamental el sistema educativo”. Asimismo, fomentar «el trabajo estable y cualificado es imprescindible, porque la complejidad de las líneas de producción es creciente”.
Finalmente, ha destacado la significativa actividad del Distrito Digital de Alicante y La Marina de València como polos de atracción para la innovación, pero, como conclusión, ha vuelto a apelar a la Historia para recordar que “la Revolución Industrial del XIX no supo gestionar su transición y generó angustias; si no aprendemos de la Historia, estamos perdidos». Y ha subrayado que «el futuro depende de nuestra actitud», tanto la de los empresarios, como de las propias administraciones, en la medida en que sean capaces de «crear un buen ambiente para la inversión y el crecimiento».