Los porqués de la RSC

Los porqués de la RSC

La concepción economicista o reduccionista de la empresa considera que esta es una organización creada con el único objetivo de generar beneficios para aquellos que han puesto el dinero necesario para que funcione. Las ganancias de los propietarios de la empresa son, así, el principal objetivo de la empresa, al que se subordina todo lo demás.

Esta concepción conlleva que los aspectos éticos de la gestión empresarial queden siempre subordinados al beneficio. Sucede lo mismo con la gestión de personas: los salarios son un simple coste que hay que mantener lo más reducido posible y sus condiciones laborales tienen que ceñirse a lo necesario para maximizar las ganancias. Cualquier otra consideración social o ética está siempre al servicio del resultado empresarial.

De hecho, cualquier persona que trabaje en una empresa puede dar ejemplos de comportamientos contrarios a la ética, a las personas, al medioambiente o al más mínimo decoro, amparados en que “el negoci es el negoci”. La prioridad total del beneficio lleva a justificar actuaciones que son reprobables desde el punto de vista ético y este es el principal motivo de la mala fama que, en ocasiones, tiene el mundo empresarial.

La acusación generalizada que este sufre, de no estar preocupado por la sociedad, de tener actuaciones que perjudican los intereses comunes, llevó hace unos años al surgimiento de lo que se denomina Responsabilidad Social Empresarial o Corporativa (RSC). Mantener unas políticas de RSC en una empresa dulcifica la imagen externa que se tiene, ya que muestra las actuaciones positivas que tienen las empresas con respecto a las personas, la sociedad y el medioambiente.

¿Qué nos impulsa a la RSC?

Los motivos por los que una empresa puede desarrollar políticas de RSC son tres, principalmente. El primero es porque se ven presionados por la sociedad y por sus clientes, de modo que son conscientes de que, sin estas políticas, su cuenta de resultados va a verse afectada negativamente.

El segundo motivo es utilizar la RSC como una estrategia empresarial, encaminada a lograr mejores resultados económicos.

Por último, hay empresas que realizan esta clase de políticas por convencimiento, porque creen que es parte de su función y de su responsabilidad hacerlas y ponen la RSC en el centro de su dirección estratégica.

Aunque las tres causas tienen como consecuencia la implantación de políticas de RSC y esto es positivo para cualquier empresa, para sus trabajadores y para la sociedad, los motivos por los que se implementan son diferentes y pueden acabar teniendo consecuencias negativas sobre las mismas políticas de RSC y sobre su imagen pública.

Los dos primeros motivos tienen un punto en común. Mientras que el primero es defensivo, porque pretende evitar la bajada de beneficios, y el segundo es proactivo, porque lo que busca es incrementarlos, los dos motivos no cuestionan la consecución de beneficios como el principal objetivo de la empresa. Esto conlleva que en ambos casos la RSC esté subordinada al incremento de las ganancias.

En los dos casos suele suceder que los directivos de estas empresas no son evaluados por su compromiso con la RSC, sino por sus resultados económicos. Toda la estructura de la empresa sigue teniendo una orientación a resultados y cuentan con una sección de RSC, que se encarga de promocionar esta clase de políticas de cara a la memoria anual, a la imagen corporativa o a la estrategia de mercadotecnia.

Mientras la RSC no repercute negativamente o lo hace positivamente sobre los beneficios, estas políticas se desarrollan normalmente. Ahora bien, si se establece un dilema entre la RSC y los resultados empresariales, la RSC queda rápidamente relegada a un segundo lugar, cuando no olvidada o rechazada.

Esto hace que muchas personas, trabajadores o empresas comiencen a ver a la RSC, más que como una opción ética de la empresa, como una opción estética o cosmética o, como dirían nuestros más jóvenes, como simple postureo, para hacernos un autorretrato y colgarlo en nuestras redes sociales. Buscamos solamente tener una imagen “social” que nos permita mantener o incrementar nuestros beneficios, pero que solamente utilizamos si nos sirve para esto.

RSC por convencimiento

Ante esta manera de entender la RSC, la sociedad precisa de empresas que practiquen la RSC por convencimiento. Que introduzcan su manera de trabajar en la dirección estratégica de la empresa, que evalúen a sus directivos y equipos de trabajo, no solo por los resultados económicos, sino por su gestión ética del día a día empresarial.

Compañías en las que el objetivo prioritario sea la consecución de su Función Social y el necesario rendimiento y beneficio sea tan solo un instrumento para garantizar el mantenimiento de la empresa y remunerar de manera suficiente a quienes han arriesgado su capital para que todo funcione. Empresas en las que los dilemas que existen entre su Función Social y la rentabilidad se decanten mayoritariamente a favor de la primera.

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