Bernardo Vargas, socio director de KPMG en la Comunitat, presentó un informe del sector cerámico en base a las cifras auditadas de 2016 del que se desprende la conclusión, entre otras, de «la necesidad de concentración de las empresas de modo que aumenten su tamaño para poder competir en el exterior». Su ponencia inauguró ayer la jornada Retos Competitivos de la industria cerámica: globalización, digitalización y costes energéticos, organizada por Economía 3 en Castellón.

Los principales indicadores exhibidos en el informe arrojan un balance altamente positivo tras la dureza de la crisis. En lo que respecta al resultado después de impuestos, la mejora continua de los márgenes de beneficio entre 2015 y 2016 habla bien a las claras: de un 7,7% se pasa a un 9,7% en el neto sobre ventas, un incremento de dos puntos. «Las cosas se han hecho bien y se están recogiendo los frutos», subrayó Vargas.

Sin embargo, aunque se culminan 6 años consecutivos de crecimiento en ventas, su evolución es más baja en exportaciones: del 5,3% en 2015 al  4,8% en 2016, y se espera en torno al 4,5% para 2017.

En una mesa debate organizada por KPMG el pasado febrero, se plantearon los retos y perspectivas del  sector en cuanto a la mejora de la exportación. Entre ellos, destacaron la inquietud por la evolución de los precios de las materias primas y costes energéticos en un mercado altamente regulado y su inevitable impacto en los márgenes de las compañías;  los precios medios de venta que se mantienen en niveles similares a años anteriores; y el mayor protagonismo de los grandes líderes mundiales con importantes crecimientos orgánicos e inorgánicos en mercados clave.

En el marco de la globalización, estos grandes jugadores son los que han explicitado la dimensión y tamaño de las empresas como factor esencial para competir con garantías en mercados internacionales. Vargas señaló que estas nuevas potencias del sector proceden en la actualidad del mercado estadounidense, mexicano y, aumentando con fuerza, de Oriente Medio.

Otros riesgos que se deben tener en cuenta, y que ponen a prueba la capacidad de adaptación y la toma de decisiones ágiles en las empresas, son la incertidumbre geopolítica, traducida en la aparición de la posible toma de medidas comerciales proteccionistas y -en el mundo 4.0- la incapacidad de predecir las preferencias y hábitos de compra de los clientes o el peligro de no saber responder de manera eficiente a los cambios tecnológicos.

Este escenario, según Vargas, mueve a diferentes conclusiones. La rentabilidad de los últimos años «ha experimentado un crecimiento gracias a la optimización de costes». Éste factor se relaciona estrechamente con la concentración empresarial: «mientras el sector se siga concentrando, seguirá creando empleado y desapalacando deuda». De este modo, se mantendrá en condiciones de seguir compitiendo con las grandes empresas extranjeras.

Por tanto, «a corto o medio plazo», el cerámico, «tras años tan duros se ha convertido en un mercado muy atractivo para invertir en él». Con un crecimiento de la inversión, se «aumentará el tamaño empresarial, se facilitará el acceso a nuevos mercados y su internacionalización y, por tanto, aumentará la rentabilidad», concluyó Vargas.

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