Jueves, 25 de Abril de 2024
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Crónica desde Silicon Valley

Eco3, Director del Executive MBA en Universidad Europea de Valencia

Director del Executive MBA Universidad Europea de Valencia

2017-sept-opi-UE-B-BrosetaHace unas semanas tuve la oportunidad de acompañar a mis estudiantes del Executive MBA de la Universidad Europea de Valencia en nuestro viaje anual a San Francisco, para cursar estudios de alta dirección en Universidad de California (UC) Berkeley –este año era el turno de “venture capital” y “agile management”-, y visitar empresas en Silicon Valley. ¿El objetivo del viaje? Abrir las ventanas al mundo a los profesionales y directivos que me acompañaban. ¿El resultado? Una semana de aprendizaje y experiencias memorables y esta crónica de Silicon Valley.

Nada más aterrizar en el aeropuerto de San Francisco llama poderosamente la atención la ausencia de taxis y el dominio de las plataformas de movilidad, especialmente Uber, que opera allí sin trabas judiciales ni regulatorias. Y que, por cierto, pese a su omnipresencia y a una valuación estratosférica, todavía no gana dinero, con pérdidas de alrededor de tres billones (con b) de dólares en 2016. La cara y la cruz de algunos casos de innovación disruptiva.

Bienvenido a la tierra de los “unicornios”, las compañías tecnológicas no cotizadas, cuya valoración supera el billón de dólares. Esta es la cuna de empresas como Uber, Airbnb, Pinterest o Palantir, todas ellas situadas en la bahía de San Francisco, en su casco urbano o en los suburbios como Silicon Valley. Y por supuesto, de los veteranos como Google, Apple, Linkedin o Tesla que, con la excepción de la compañía de la manzana, todavía no han cumplido los veinte.

Tuvimos la ocasión de visitar Google –imposible a menos que tengas un contacto directo dentro de la compañía-, que con casi 75.000 empleados globales y una media de edad de 25 años para sus programadores, sigue persiguiendo su visión de organizar toda la información existente y hacerla universalmente accesible y útil.

La visita al Googleplex de Mountain View traslada una cierta impresión de madurez, aunque procuran mantener la agilidad de una start-up: cuando le preguntas a un directivo senior del área de geolocalización por la metodología de gestión de proyectos que utilizan, te contesta: “No tenemos. Cualquiera que funcione”. Y por supuesto, el ramalazo “googler”: los empleados pueden llevarse sus perros y gatos al trabajo.

Porque en Silicon Valley también hay mitos. Como el del “venture capital” (capital riesgo) al que, como comentaba nuestro profesor de la materia en la Universidad de Berkeley -un banquero de inversión especializado en biotech-, solo accederán el 1 % de las start-ups.

Ni te lo pienses si no necesitas por encima de los tres millones de dólares y, si todo va bien, diluirán la participación de los fundadores a niveles medios del 10 %. Ni se te ocurra a menos que tengas entre manos el próximo Facebook, a riesgo de convertir tu empresa en un muerto viviente. Para el resto de los mortales, financiación crediticia, business angels, aceleradoras, etc.

Es sabido que la clave del éxito del “Bay Area” es la concentración de dinero disponible para invertir –aparte de Boston, el resto del país es un páramo desde este punto de vista- y, sobre todo, el ecosistema. Un ecosistema que, por cierto, empieza a tensionarse.

2017-sept-opi-BBroseta-siliconvalleyLa escasez de talento en las empresas de software ha disparado los salarios de entrada de los programadores recién titulados por encima de los 100.000 dólares al año. Nos explicaba una directiva de RR.HH. de Linkedin, que han desarrollado un nuevo programa de captación de talento basado en la detección de “techies”, programadores que a menudo carecen de formación reglada, pero que demuestran las aptitudes y competencias necesarias para integrarse en la compañía tras un proceso de mentorización de seis meses.

Dado el éxito del programa y ante la demanda de nuevas competencias profesionales en el futuro, es muy posible que Linkedin cambie progresivamente la estructura de sus perfiles de usuario para adecuarse a esta tendencia.

Un sueldo de 100.000 dólares puede parecer una fortuna, pero allí te sitúa solo en la clase media-alta: alquilar una habitación decente en un piso compartido en San Francisco supera de media los 3.500 dólares al mes y el coste de vida es elevadísimo. Compañías líderes como Twitter han instalado su cuartel general en el “Tenderloin”, uno de los distritos más degradados e inseguros de San Francisco, ante el elevado coste del suelo.

De hecho, la ciudad sufre un intenso proceso de gentrificación, que expulsa a las clases medias-bajas y que sin duda explica el elevado número de gente sin hogar, muchos de ellos con evidentes problemas psicológicos y de adicción, que pueblan (acampan de hecho) en las calles y estaciones del metro de San Francisco y Berkeley. Una situación que en Europa resultaría socialmente intolerable. Pero mucho de ello ocurre también en Los Ángeles, y con todos sus defectos nadie dejaría de considerarla la meca del cine.

Y más allá de los “unicornios”, Silicon Valley sigue llena de proyectos apasionantes y modelos de negocio absolutamente innovadores, que siguen queriendo cambiar el mundo. Visitamos Kiva.org, una plataforma tecnológica sin ánimo de lucro, para gestionar microcréditos directos a emprendedores en países en desarrollo, en los que puedes prestar a partir de 25 dólares, con una tasa de devolución del 97 %; inaudita para cualquier entidad crediticia.

O el ejemplo de Emotions Research Lab, la startup valenciana fundada por María Pocoví y Alicia Mora que tuvimos la ocasión de visitar en Plug & Play Tech Center, una de las aceleradoras más importantes de Silicon Valley.

María y Alicia han desarrollado tecnologías de visión artificial para detectar emociones en las personas a través de sus microexpresiones faciales, con aplicaciones tan variadas como el marketing político o el retail. ¡De Silicon Valley al cielo!

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