Miércoles, 24 de Abril de 2024
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Sierra Norte, pequeñas bodegas de sabor mediterráneo

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Sierra Norte es un proyecto joven como bodega, menos de veinte años, pero centenario en viñedo. Tres generaciones cultivando vides en Utiel-Requena le dan el poso para un proyecto que hoy se extiende por las tres denominaciones de la Comunidad Valenciana haciendo vinos apegados al territorio, todos diferentes y con la impronta de las variedades locales: bobal en Utiel-Requena, monastrell en Alicante y moscatel en Valencia. Vinos mediterráneos, distintos y a precios razonables.

La pasión con la que hacen las cosas y las defienden los propietarios de Sierra Norte es lo que mejor define sus vinos. Fue en Japón, una tierra tan alejada de nuestra cultura y donde a priori percibimos sensaciones que en ocasiones no entendemos, donde un importador local lo entendió a la primera. “Lo vuestro es pasión”. Y eso les abrió las puertas a ese interesante mercado.

Y les “regaló” algo más: la marca por la que mejor se conoce hoy a Bodega Sierra Norte. “Pasión”. Estaba ahí, delante de ellos, la ejercían a diario frente a los clientes. Y decidieron aprovechar ese regalo dándole el nombre a uno de sus vinos estrella, Pasión de Bobal.

Sierra Norte surge en los suelos más altos de la DO Utiel-Requena, en Camporrobles, donde asoman ya los primeros pueblos de Cuenca. A casi mil metros de altitud comenzó esta aventura hace ya cien años cuando la primera generación de viticultores plantó el viñedo de Bobal.

Esta variedad era la típica del territorio, la del país, la que mejor se adaptaba a los objetivos de viticultores y bodegueros en aquel momento. Tuvieron que pasar cuarenta años cuando la siguiente generación, Heraclio y Manuel, apostaron por el tempranillo cuando en la zona era algo exótico…

Más adelante llegaron las variedades foráneas, el Sauvignon, Chardonnay, Merlot, Syrah. Era una mirada al futuro pero sin perder las raíces de la Bobal, que continuaba en las viejas plantaciones.

En el año 99 es la tercera generación la que da un paso al frente. Manuel Olmo, Pedro Calleja y Lorenzo García unen esfuerzos, viñedos, saber y destino en la Bodega Sierra Norte. Se trataba de hacer vinos de la mejor calidad, en agricultura ecológica, y combinando las variedades clásicas de la tierra con las foráneas para llegar más fácilmente a los mercados internacionales.

Nacen en Utiel-Requena pero pronto van creciendo en su afán de producir vinos de finca, de château que dirían los franceses. Hoy están en las tres denominaciones de la Comunitat, tanto en Utiel-Requena como en Valencia y en Alicante (El Pinós), además de tener también bodega en Jumilla y en La Roda de Albacete, en este caso bajo el paraguas de Tierra de Castilla.

Lo que define al grupo es mantener la tipicidad de cada zona, con pequeñas producciones muy vinculadas al territorio y con vinos muy diferenciados. En total suman 340 hectáreas, unas en propiedad y otras con contratos con viticultores fidelizados. Siempre en ecológico y mirando al extranjero, 36 países hacia donde se va el 80 % del vino.

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La primera marca fue Fuenteseca, un clamoroso éxito en la exportación al combinar sabiamente una variedad autóctona con una internacional. Como explica Olmo, se trata de facilitar el acceso a los vinos a un público que no conoce nuestras variedades, pero sí las internacionales.

Así, el blanco es fundamentalmente Macabeo, pero viaja con el Sauvignon Blanc, mucho más popular en el mundo adelante. El rosado es Bobal pero con Cabernet, y el tinto lo mismo.

Una variedad sirve de tarjeta de visita para entrar, para que el neófito pruebe. Y luego la variedad local es la que domina y por la que se hace fiel al vino. Al fin y al cabo, lo local es lo que distingue y con lo que otros no pueden competir. La fórmula funciona y hoy es el vino “de más recorrido” de la bodega, como le gusta decir a Olmo.

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El varietal mimado 

En 2008 lanzaron el vino que les dio más proyección tanto de crítica como de clientela. Un monovarietal de Bobal muy moderno, fácil de entender por los aficionados al vino y a un precio razonable.

Manuel Olmo había salido de la Escuela de Requena a elaborar por varios rincones de España, especialmente en Galicia. Fue lejos de la tierra donde volvió los ojos hacia la Bobal: ¿y si la cultivamos de otra manera porque el objetivo del vino es otro? Las fortalezas eran su diferenciación, en un mundo que cada vez busca más eso, y que solamente la hay en Utiel-Requena.

Como señala Olmo, la nueva ola de enólogos había conseguido quitarle el sambenito al Bobal de que no se podía hacer grandes vinos. Lo hicieron a base de uvas de baja producción y mucha concentración, con mucho tiempo en barrica. Fueron, y son, vinos muy apreciados y que rompieron prejuicios, abrieron los ojos al mundo de las posibilidades de la Bobal, pero eran vinos difíciles para el consumidor medio.

Pasar de hacer un vino para catadores a consumidores medio sin bajar la calidad pero sin aquella concentración era el reto que Sierra Norte se puso para Pasión de Bobal. Y lo logró. La primera cosecha, la 2008, obtuvo 91 puntos Parker, todo un lujo en el estreno para un vino asequible.

Más tarde siguieron apostando por la línea de Pasión con otras variedades locales. Surge así también en Utiel-Requena el Pasión de Bobal rosado, y más tarde en la DO Valencia el Pasión de Moscatel, a los que recientemente se sumó el Pasión de Monastrell que se elabora con esta variedad característica de las tierras altas de Alicante.

Hay otro Monastrell muy cuidado, el Equilibrio 9, pero se hace en este caso en Jumilla y pasa nueve meses por barrica.

Cerro Bercial, la marca Premium

Sin embargo, lo mejor de la bodega lo reservan para la marca Cerro Bercial, donde están los vinos más sofisticados y de guarda. Son dos, el Cerro Bercial Ladera los Cantos y el blanco. El primero es un tinto de Bobal acompañado del Cabernet que pasa año y medio en barrica francesa y de un solo uso antes de estar otro año en botella para salir al mercado.

Es un vino muy complejo, fruto de viñedos de sesenta años o más, y que están cultivados cerca de los 1.000 metros de altitud en la meseta valenciana.

En el caso del blanco, parte del coupage ha pasado por fermentación en barrica, lo que alarga la vida del vino cuatro o cinco años sin ningún problema, estando mejor siempre a partir del segundo año.

Son vinos de pequeña producción, apenas 6.000 botellas, que se venden fuera de España casi en la totalidad y el resto en la Comunidad Valenciana

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