El gen del emprendedor. ¿Quién, cuándo, cómo?

El gen del emprendedor. ¿Quién, cuándo, cómo?

2015-marzo-OPI-Ahora-Ignacio HerreroSocio Director. Ahora Freeware

El otro día vi a un niño de diez años tocando la guitarra como jamás yo lo haré, ni aunque practicase dos horas al día el próximo lustro. Su padre era músico y su madre cantante de ópera. Fue rápida la conclusión: con esos genes “ya podría…”. Más tarde, me comentaban cómo su hijo, con tan solo tres años, rascaba las cuerdas con el instrumento tendido en el suelo, tratando de poner notas pulsando con sus deditos sobre el mástil. A los seis años, sus amigos de la vecindad salían al jardín comunitario a jugar al fútbol mientras él se lo pasaba en grande practicando acordes y escalas, ya con una guitarra de su medida.

Claro…, genes tenía. Y el talento, en alguna medida, lo llevaba tatuado en el ADN, quién sabe si multiplicado por la gracia o el azar de las leyes de la evolución; pero también había trabajo. Tal vez él no lo viese así, porque lo veía como un juego y disfrutaba de cada minuto que pasaba escuchando las notas que salían amplificadas de la caja, cada vez más limpias y cada vez con más matices. Seguro que había pasión. Yo creo que le dedicaba mucho trabajo y mucha pasión.

Su hermano mayor, sin embargo, nunca fue así. Aunque de repente, un día con 14 años, decidió montar un grupo con unos compañeros de clase y, hoy, con 18 años, ya acude a festivales independientes por toda Europa. Y tiene una curiosa forma de darse a conocer: regala los discos desde su web a todos aquellos que quieran que toque en su ciudad, y cuando consigue el número suficiente de seguidores en una plaza, allí que se va a hacer un bolo. Parece que ha iniciado un proyecto vital y empresarial. Ahora me pregunto si eso siempre va unido…

A veces, nuestro potencial está latente y un día surge. Sin tener una razón sobre por qué no se habría manifestado antes. Y cuánta gente habrá que no se encuentra en las circunstancias de desarrollar su talento y ponerlo en valor.

Generalmente, los que no tenemos un don especial y nos gusta la música, nos enfrentamos al reto de aprender a tocar un instrumento a sabiendas de que nos falta talento y que, individualmente, no vamos a ser los mejores. Pero eso no importa. Y si buscamos el éxito, incluso podremos triunfar aprovechando otras virtudes como un estilo propio que, aun con mala técnica, nos haga diferentes y reconocibles; o rodeándonos de un buen grupo de músicos profesionales que potencien nuestra capacidad y amortigüen nuestras carencias.

Tengo un amigo que jamás ha sido empresario. Se acaba de retirar a los 61 años. Le pilló su último despido con 59, en plena crisis. La arrogancia con la que le trataron los responsables de contratación con los que trató durante un par de años fue el impulso que necesitaba para ayudarle a decidir que se iba a dedicar a “esos temas pendientes” que tenía con su espíritu, eso sí, tras más de 45 años cotizados.

Uno de sus hijos tiene, en mi opinión, un gen especial. Uno que le permite ver aquello que no existe o imaginarse lo que nadie puede ver. Y desde esa inspiración, crear algo y hacerlo tangible, para que los más miopes podamos admirarlo y desearlo.

Tal vez no tenga el gen del emprendedor. O tal vez sí. Tal vez pueda ser un buen empresario. Desde luego le animaría a que tratase de sacar partido a su arte y no dejarlo en manos de otros. Aunque es solo mi humilde opinión y, por supuesto, respeto cualquier postura y no desdeño otras decisiones personales. Si le sirve de ejemplo, en mi caso realmente no sé exactamente cómo me llegué a hacer empresario. Mis padres no lo eran y mis abuelos tampoco. La ambición de poder o el dinero (algunos dicen que es lo mismo) no me movió a ello. Tal vez fueron las ganas de crear algo. Y aunque no soy ningún virtuoso, trato de rodearme de los mejores para que potencien mis cualidades y amortigüen mis carencias.

Bueno… No sé quién habrá empezado a leer este artículo, ni quién habrá llegado hasta este punto. Y si alguno está sobre este renglón, no sé si será como yo: de esos a los que le gusta la música y disfruta yendo a conciertos, ya que el destino o la genética no le llevaron por el camino de los escenarios. Si eres de esos, te propongo algo: échale un vistazo al video que cuelga de este enlace (incluso da una vuelta por la red para ver más videos del artista); y, si te ha gustado, te invito a que me mandes un correo (ignaherrero@gmail.com).

Si me llegan suficientes correos electrónicos y dado que me motiva el crowdfunding, podríamos proponerle una aventura empresarial. Averiguaremos si tiene el gen del emprendedor, le daremos la oportunidad de lanzar su proyecto y comprobaremos si es un buen empresario. Le ofreceremos, si quiere tomarla, la oportunidad de desarrollar y poner en valor todo su talento.

En su web se puede leer “si un artista quiere convertirse en diseñador, debe hacerlo con todas sus consecuencias”. No sé en qué estaría pesando exactamente, pero yo le diría “industrializa tu arte y danos la posibilidad de adquirir obras útiles que nos emocionen”. Espero que no le moleste esta iniciativa mía.

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