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Ámsterdam, qué ver para enamorarte de «la Venecia del norte»

Ámsterdam, qué ver para enamorarte de «la Venecia del norte»

Cada ciudad tiene su encanto. A veces hay que buscarlo, pero en Ámsterdam no es necesario, él te encuentra a ti por cada calle, cada canal, cada rincón, cada taberna. Simplemente recorriéndola y dejándose perder por su barrio antiguo ya es un placer.

Junto al río Ámstel, en sus orillas, se encuentra el maravilloso Hotel Intercontinental. Exquisito, admirado desde su inauguración en 1867, y con todo el esplendor de un palacio; su restaurante Michelín, con vistas al río, tranquilo, señorial; sus candelabros de cristal del salón Ámstel y, en verano, una maravillosa zona exterior con tumbonas. El establecimiento, además, ofrece la posibilidad de llegar en barco.

Un servicio exquisito, parrillas en la terraza, espectáculos en directo y una piscina cubierta que es una delicia, son los principales elementos integrantes de su oferta. Se encuentra en una ubicación ideal, entre los distritos financiero, cultural y comercial, a escasos metros del Museo Van Gogh y del Teatro Royal Carré.

El barrio antiguo

Pero con unos pasos más estás en el barrio antiguo, en el barrio rojo, o en la casa de Rembrandt (por cierto, una recreación maravillosa de lo que fue su vivienda). Sé que hay otras opciones, como el Palace en la plaza Dam, pero el Intercontinental tiene algo especial que nos atrae.

Seguro que hay mil formas de recorrer la ciudad, pero hay dos prioridades, cada una con su estilo y su trascendencia en el arte: el maravilloso museo Van Gogh y la casa de Rembrandt. Esos eran mis objetivos por la mañana.

Personajes ilustres

También es interesante la casa de Anne Frank, famosa por su diario redactado a los 15 años. Una niña judía que vivió dos años refugiada por la persecución nazi en la parte trasera de dicha casa, hasta que finalmente fue delatada y murió en un campo de exterminio. Una historia que ha sido llevada al cine y de cuya creación literaria se han vendido más de 350 millones de ejemplares. Todo un símbolo de lo que nunca debería volver a ocurrir.

El museo Van Gogh, el más visitado de Ámsterdam (más de millón y medio de visitantes anuales) ofrece más de 200 obras originales. Un pintor genial, único en su época, precursor del impresionismo que, lamentablemente, se suicidó joven. Y como muchos grandes, sin haber tenido el reconocimiento a su forma de expresar el arte; al parecer, en vida solo vendió un cuadro. Paradojas de la historia.

La obra expuesta sigue un orden cronológico, que nos permite conocer la evolución de su arte y trabajos a lo largo de su vida, así que vamos conociendo su vida cuadro a cuadro. También se ofrecen más de 500 dibujos y bocetos realizados por el genio. Una maravillosa experiencia absolutamente imprescindible.

Ámsterdam: Tulipanes, queso y cerveza

Luego, en el recorrido hacia la casa de Rembrandt, dando un pequeño paseo, debe acercarse al mercado de los tulipanes. Es algo único en esta ciudad y no solo por la belleza de lo que se ofrece a nuestros ojos. En el marco de una recesión económica similar a la que hemos pasado, hay quien recordaba que los tulipanes originaron la primera crisis especulativa de la historia.

Resulta sorprendente que se pudieran comprar bulbos como si fueran futuros, algo que hoy nos parece descabellado, pero que se ha vuelto a repetir con otros productos en no pocas ocasiones desde entonces.

La variedad de los tulipanes y sus colores, ofrecen un panorama maravilloso para la vista y, además, en ese entorno, comprar queso holandés y tomar una cerveza fría es una conjunción perfecta.

El placer del «Flâneur»

No siempre es necesario llegar a un monumento, museo o lugar emblemático. Como viajantes empedernidos reivindicamos el placer de pasear por las calles, saborear lo auténtico, lo singular, disfrutar de un entorno diferente, de otras formas de vivir y de vestir o de disfrutar de los pequeños placeres.

Estamos en una ciudad culta, respetuosa, capaz de convivir con una prostitución perfectamente organizada en el barrio rojo, o con los coffe shop donde comprar la clase de marihuana que prefieras fumar, disponiendo de locales autorizados para ello. Una combinación perfecta y armónica de tolerancia y convivencia.

La casa de Rembrandt está recreada tal como fue en vida del pintor. Su sala de recepción, el cuarto del artista, la sala de venta de arte, su cocina, el cuarto donde aprendían sus discípulos, etc. Todo recreado hasta el mínimo detalle. No es un museo al uso; es un recorrido por su forma de vivir, su intimidad. Lo recomiendo a todo el que vaya a Ámsterdam; para nosotros es una visita obligada.

Comer y cenar en Ámsterdam

Para comer lo es ideal es acercarse al barrio antiguo: locales para todos los gustos con buena cerveza. Recuerdan en la explicación de la casa de Rembrandt que en su época solo bebían cerveza de baja graduación, así que está claro que los holandeses saben de cerveza. La oferta incluye desde restaurantes típicos holandeses, a chinos, vietnamitas, argentinos, italianos, franceses, etc.

Una amalgama de locales en calles estrechas, donde debes vigilar a las bicicletas, porque los españoles no estamos acostumbrados a ese barullo de bicicletas por la calle, donde se entremezclan con tranvías, coches…. Y nunca sabes por donde van a salir.  Ese paseo es necesario.

Para la cena, sin embargo, lo ideal es reservar en la taberna D’Vijff Vlieghen (Las cinco moscas); la más antigua de Ámsterdam, que cuenta con una gran tradición gastronómica y cervecera ya que, en sus orígenes, fue una taberna que más tarde se convirtió en restaurante.

Lugar emblemático de la ciudad, fue creado en el siglo XVII y se ubica en una de las zonas más céntricas. De hecho, se encuentra en la esquina de una de las calles más antiguas de la ciudad, en una de esas casas centenarias de Ámsterdam, aunque realmente está compuesto por varias casas contiguas y comunicadas entre sí.

La variedad de Ámsterdam

Son muchas salas, con una decoración exquisita, de más de 400 años, con un ambiente cálido, íntimo y acogedor que permite a un  grupo de amigos o una pareja disfrutar de un espacio tranquilo y sin agobios.

Hay varios menús degustación, que además te los maridan con diferentes vinos y evitas el tener que beber todo el rato el mismo, pudiendo encajar cada uno de ellos con los diferentes sabores que cada plato ofrece. A nosotros nos encantan los ahumados que ofrecen y los platos de carne. Y si al final te animas, el restaurante cuenta con un surtido de más de 150 ginebras y licores destilados artesanalmente.

Verticales que se tuercen

Ámsterdam merece una escapada. Combina perfectamente sus extensos canales y numerosos puentes con la arquitectura original de los siglos XVI y XVII, todo ello concentrados en una pequeña superficie.

Una ciudad entrañable, abierta y tolerante. Recorrerla en bicicleta o por sus canales, descubrir cada secreto en paseos infinitos, perdidos por calles de extraordinaria belleza y donde muchas veces en sus viviendas ves las fachadas que sobresalen, o las verticales que se tuercen.

A la vista de todo ello, resulta inevitable la tentación de pensar que Van Gogh pintó, no solo su realidad, sino la realidad que veía en su entorno.

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