El nuevo papel de las empresas de consultoría
Socio Director. LEANSIS PRODUCTIVIDAD
Hace ahora dos años escribía un artículo en esta misma publicación titulado “Un minuto de silencio por las consultoras clásicas”, en el que analizaba los cambios que se estaban produciendo en el sector de la consultoría y anticipaba la muerte de unas cuantas empresas que no supieron adaptarse a los nuevos tiempos.
Los últimos datos económicos que vamos conociendo nos enseñan que lo peor de la crisis ha pasado y que las empresas empiezan a mirar con algo más de optimismo a este 2015. Según un estudio que cayó en mis manos, el 68 % de las empresas espera un aumento de la producción/facturación este año. Las exportaciones también parece que van a seguir aumentando y, poco a poco, se empieza a ver una reducción de las cifras del paro (aunque es cierto que venimos de una sangría tremenda).
Aunque quiero ser positivo en cuanto al futuro, es cierto que nos encontramos en muchos casos con empresas que han logrado sobrevivir a la crisis pero no saben realmente hacia dónde dirigir sus esfuerzos. Hemos pasado una época en la que la gestión estaba enfocada a reestructurar y pasar la tormenta como sea. Hemos visto por el camino nacer empresas ajustadas a la nueva situación, otras que han cambiado completamente su modelo de negocio y que afrontan el futuro con confianza, pero la mayoría se encuentra instalada en una incertidumbre absoluta y el mercado es tremendamente volátil.
¿Cuál es el papel que debemos jugar las consultoras para aportar valor realmente a nuestros clientes?
Personalmente creo que el enfoque de nuestro aporte de valor como empresas de servicios debe ir encaminado a conseguir resultados concretos y medibles que justifiquen la inversión de manera rápida e incuestionable. El compromiso con los resultados debe ser total, puesto que la apuesta es conjunta por la empresa que presta el servicio y el cliente.
Hoy ese aporte de valor debe estar centrado en tres áreas principalmente: Estrategia, Organización y Personas.
Estrategia
Se acabaron ya los planes estratégicos a cinco o siete años que no se llevaban a cabo. Ante tanta incertidumbre y volatilidad debemos marcar un rumbo y ponernos a navegar lo antes posible. Hoy debemos definir planes estratégicos a dos o tres años, con revisiones cada tres o seis meses y, lo más importante, que se lleven a cabo.
La gran dificultad de una estrategia no está en la formulación, está en la implantación. Debemos conseguir alinear realmente los objetivos del día a día con la estrategia. Hacer un despliegue de objetivos a todos los niveles con planes de acción de detalle, que nos permitan asegurar que vamos alcanzando los objetivos parciales. Y, lo más importante, puesto que estamos en plena tormenta de incertidumbre, es necesario saber ajustar o cambiar de rumbo de manera ágil cuando veamos que el destino ha perdido atractivo.
Organización
La organización es estratégica. En función de la estrategia necesitamos una organización. El organigrama es estratégico. Debemos diseñar la organización que nos va a llevar al éxito. Para ello, desde los procesos de máximo aporte de valor (operaciones) debemos subir a lo largo de la organización definiendo las funciones según su papel dentro de la estrategia. Es el momento de crear funciones que no existían o de prescindir de otras que, o no tienen sentido, o en este momento es mejor subcontratar para centrarnos realmente en las que aportan un valor esencial.
Es muy importante establecer la jerarquía adecuada. Sobre la jerarquía podremos realizar el despliegue de los objetivos estratégicos hacia los departamentos.
Para lograr los objetivos debemos dotar a la empresa de las herramientas de gestión adecuadas tanto en tecnologías de la información, como en mejora de procesos a todos los niveles basadas en gestión Lean.
Por último, debemos conseguir que todas las personas en la organización conozcan su papel dentro de la estrategia, sepan explicarlo de manera sencilla y trabajen para conseguir los objetivos.
Personas
Una de las consecuencias de la crisis ha sido que las empresas se han olvidado de las personas en muchos casos. La falta de una estrategia, la necesidad de abordar reestructuraciones dolorosas y los cambios obligados en los procesos para responder a un entorno tan cambiante, han conseguido que las personas en la organización hayan perdido el rumbo y se encuentren desmotivadas.
Ahora es el momento de volver a ilusionar a las personas con un proyecto robusto de empresa, conseguir fortalecer las capacidades de los empleados, dotarles de las habilidades necesarias para poder gestionar cada vez mejor los procesos y enfocar a toda la organización hacia la mejora continua de los procesos y de los resultados.
En este momento, como consultoras debemos aportar soluciones completas que aborden la definición e implantación de la estrategia, la definición de la organización que nos va a llevar al éxito y dotarle de las herramientas de gestión adecuadas, y conseguir la motivación e implicación de todas las personas en el proceso de Mejora Continua que nos lleve al éxito. Todo ello con compromiso total, implicación y motivación como uno más de los componentes del equipo del cliente.