Viernes, 19 de Abril de 2024
Pulsa ENTER para buscar
Club Empresas Infonif Podcast Rankings Eventos Revistas

De ombligos, ruedas, hijos guapos y evolución

Socio Director General de Ahora Soluciones

Ignacio Herrero

Ignacio Herrero

Creo firmemente que a los españoles nos encanta mirarnos el ombligo. Incluso me atrevería decir que a los empresarios Pyme, más; y a los valencianos, en particular. Que nadie se sienta ofendido. Tan sólo se trata de una opinión y pueda estar influenciada por lo que percibo en mi sector.

También estoy convencido de que nuestra segunda gran afición es reinventar la rueda. Porque está claro que la nuestra va a ser mejor. O por no comprarle al vecino la suya. O por no pedir a nadie que la comparta con nosotros. Después de todo, si me lo puedo permitir, ¿cómo voy a perder la oportunidad de hacer mi propia rueda?

Y la última: seguro que si nos preguntan por nuestro hijo, estamos convencidos de que es el más guapo. ¡Por supuesto; es que es nuestro! Lo hemos criado y depositado en él mucho amor. ¡Y que nadie me diga lo contrario ni se meta con mi niño!

Hace cinco años

Esta pequeña introducción era para poner en contexto una sencilla historia. Hace cinco años, me reuní con tres empresarios para presentarles un proyecto. No es el momento de exponerlo en detalle pero, en definitiva, el objetivo clave era aunar fuerzas, generar valor, disminuir costes, aumentar visibilidad, multiplicar oportunidades, hacer marca, ganar volumen.

Sinergia lo llaman. O colaboración. O cooperación. O economía de escalas. El caso es que en los tres casos me encontré con propietarios que se miraban el ombligo, que estaban empeñados en reinventar la rueda y que tenían hijos guapos, guapísimos.

Recuerdo que cuando finalicé la ronda de conversaciones me sentía decepcionado porque, sinceramente, lo que más me interesaba era el proyecto y la estrategia. Ya veríamos con qué ombligo, con qué rueda y con qué niño.

Estuve analizando si el fallo había sido mío. Tal vez había sido muy vehemente en mi exposición, o no había sido capaz de explicarme bien o, simplemente, es que yo estaba equivocado.

Porque de lo que no me quedó ninguna duda fue de que ellos sí lo tenían muy claro: estaban “en un momento dulce”, “el año está siendo inmejorable”, tenían “el crecimiento asegurado” y habían “planificado a la perfección las principales líneas de actuación a acometer”.

Así que, no sin cierta sensación pasajera de frustración, continuamos las cuatro empresas cada una por nuestro lado, con nuestros respectivos ombligos, reinventando ruedas y alimentando niños guapísimos.

Desgraciadamente, hoy ninguna de esas tres empresas existe. Dos desaparecieron y una se vendió hace pocos meses con un importante lastre a cuestas. Me entristece. Lo digo sinceramente. Supongo que es porque no los percibía como competidores, si no porque los veía como viables y posibles socios.

Me entristece, porque el valor que tenían, el potencial que suponían y la oportunidad que representaban, se ha perdido para siempre.

No lo cuento con altanería o arrogancia. Que nosotros continuemos aquí es tan sólo porque hemos sabido hacerlo un poco mejor o hemos tenido un poco más de suerte.

Pero la realidad es que, cuando pienso en ello, sigo convencido de que juntos hubiésemos tenido la posibilidad durante estos cinco años de hacer algo más grande, de alcanzar una posición más relevante en el sector y en el mercado, de obtener los mejores resultados y, posiblemente, todas seguirían activas.

Individualismo

Cuando pienso en los motivos que ralentizan la salida de la situación en la que nos encontramos y en la que nos tenemos que desenvolver, llego a la conclusión de que uno de los principales problemas es el individualismo. Desde mi punto de vista, un gran error.

Cuando todo nos va bien, estamos concentrados en contemplar nuestro ombligo, en admirar nuestra rueda y en enorgullecernos de nuestro hijo. ¿Para qué mirar alrededor si estamos triunfando? Y, cuando todo se complica, es peor aun; porque entonces sólo tenemos tiempo de preocuparnos de que nuestro ombligo no se caiga, nuestra rueda no se pinche y nuestro hijo no enferme.

2013-agosto-opi-ahora

Esto del “yo me lo guiso, yo me lo como”, en mi opinión, tiene mala solución porque, además de denotar cierto egocentrismo, autocomplacencia, autosuficiencia y falta de autocrítica, tiene un componente cultural y tradicional: “arrieritos somos”, como decía el clásico.

De todos modos, no desisto. Sigo observando, imaginando y analizando alrededor. Tengo en mente, al menos, a 4 empresas de la Comunidad Valenciana, de nuestro sector, con las que tendría una reunión para dilucidar acerca de nuestros ombligos, nuestras ruedas y nuestros niños. Y aunque tras el resultado que tuve hace cinco años, decidí no visitar a nadie más, hoy mismo cojo el teléfono y trataré de quedar.

Si ya es difícil hacer marca, ganar volumen, optimizar recursos, crear tendencia, etc., más aun es conseguirlo mientras nos miramos el ombligo. Hace tiempo que yo dejé de hacerlo.

Y me atrevería a aconsejar a quien quiera evolucionar que levante el cuello. En esa postura poco se puede observar alrededor y aseguro un importante dolor de cervicales a quien la mantenga durante mucho tiempo.

campaña renta Generalitat
campaña renta Generalitat
Turismo-sostenible
Ruta de las barracas Alcati

Dejar una respuesta