¿Quién paga los errores de los servicios financieros?

¿Quién paga los errores de los servicios financieros?

Presidente. Ética Family Office.

Francis Álvarez

Francis Álvarez

El pasado domingo, 9 de junio, Luis de Guindos, el ministro de Economía y de Competitividad, fue entrevistado por Ana Pastor en “El objetivo”, su nuevo programa televisivo en La Sexta. Entre las preguntas que la periodista hizo al señor De Guindos, hubo una que me interesó particularmente: “¿Qué piensa usted de la salida a Bolsa de Bankia?” La respuesta del ministro fue contundente: “La salida a Bolsa de Bankia fue un error”.

Confieso que tras esta respuesta me encuentro menos solo, y digo esto porque en diferentes conferencias y en esta sección de Economía 3, expresé y escribí hace dos años lo mismo que dijo el señor De Guindos el 9 de junio, con la diferencia de que hoy en día todo el mundo admite el error y a mí, en esa época, me trataron de antiespañol y de antisistema, por afirmar que la salida a Bolsa de Bankia era un error. Para ser exactos, también dije que era un robo.

Escrito lo anterior, el objetivo de estas líneas no es el de vanagloriarme, sino reflexionar sobre los errores del sector de servicios financieros y las consecuencias de los mismos.

Mi primera reflexión, genérica, está relacionada con el hecho de que, últimamente, se están reconociendo los muchos errores y tropelías que se cometieron en el sector de servicios financieros, pero los que los reconocen, sobre todo cuando han sido sus autores o colaboradores directos o indirectos, se quedan ahí, sin más.

RECONOCIMIENTO SIN PENA 

Algo así como si reconocer el error dispensase de hacerse cargo de las consecuencias. Aunque reconozco que el símil es exagerado, esto me hace pensar en algún juez que pudiese decir a un acusado: “Se ha demostrado durante el juicio que es usted el asesino pero, como ha reconocido su error, queda absuelto”.

Vamos a ver, si la salida a Bolsa de Bankia fue un error, ¿qué pasa con los minoristas que compraron acciones, sabiendo que a muchos de ellos les obligaron -en particular a pequeños y medianos empresarios-, para poder tener un préstamo? ¿Qué pasa con todos aquellos que participaron en la salida a Bolsa de Bankia dando cifras falsas y asegurando rentabilidades futuras inusitadas?

Aconsejo a los lectores de estas líneas, en el caso de que no lo hayan hecho todavía, que consulten las hemerotecas para que puedan verificar el circo mediático que se organizó y las alabanzas que se hacían de lo que hoy sabemos que es un escándalo del sector de servicios financieros.

Pero el escándalo no se para aquí. Todos sabemos ahora que se ha perpetrado otro robo manifiesto de los ahorros de miles de familias humildes, a las que se les vendieron las ya famosas participaciones preferentes o subordinadas.

¿Cuál ha sido la primera oferta de Bankia a los que tenían preferentes? Canjearlas por acciones. Esto me hace pensar en los lejanos años en los que mi abuela me decía: “¿No quieres comerte la sopa que te he hecho? Pues ahora te vas a comer dos platos”.

Al tema del canje hay que añadir que, posteriormente, además del desplome del precio de la acción, han tenido lugar operaciones diversas y variadas, que más de la mitad de los obligados accionistas de Bankia no entienden.

Por ejemplo, el ‘contrasplit’ y la ampliación de capital, esta última dando lugar durante cierto tiempo a dos cotizaciones, la de los derechos y la de la acción, que subieron y bajaron aleatoriamente durante unos días, como los ascensores veloces de grandes edificios. ¿Resultado final? El expolio de los ahorros de miles de familias humildes, que todavía no saben lo que les ha pasado…, bueno, lo que sí saben es que han perdido casi todos sus ahorros.

¿Y esto se resuelve simplemente con el reconocimiento del error por parte de los responsables? Los que intentan escaquearse dicen que son los jueces los que dirimirán el tema ¿Por qué los jueces? ¿No estamos ahora todos de acuerdo, hasta el propio ministro de Economía, que la salida a Bolsa de Bankia fue un error? 

2013-julio-opi-eticaCLAÚSULA «SUELO» 

Hablando de jueces, hemos sabido que el 9 de mayo pasado, el Tribunal Superior de Justicia dictaminó la nulidad de la “cláusula suelo” que estaba presente en miles de contratos de préstamo, pero dicha nulidad no tiene efectos retroactivos porque, según el TSJ, la retroactividad “generaría el riesgo de trastornos graves con trascendencia al orden público económico”. Ni más ni menos. 

Es decir, que se reconoce que la cláusula debe ser retirada del contrato, pero que lo que se ha cobrado indebidamente no hay que devolverlo. ¿Quién entiende esto? Perdón por utilizar otro símil, pero me viene a la mente la imagen de un juez diciéndole a un ladrón: “Está probado que usted ha robado, pero no tiene usted que devolver lo que robó, le condenaré si vuelve usted a robar”.

Para terminar quiero hacer referencia al reconocimiento público que ha hecho el FMI sobre sus errores con respecto a los condicionantes que impuso para los dos rescates de Grecia. ¿Siguen en el FMI los que cometieron dichos errores? La respuesta es “sí”.

¿Ha dicho el FMI lo que iba a hacer para compensar a aquellos que han sufrido las consecuencias de dichos errores? La respuesta es “no”. ¿Qué pueden hacer las familias griegas que están sufriendo las consecuencias? Aguantarse. Y si no se aguantan, se les tratará de antisistema.

No es fácil modificar el comportamiento aberrante e irresponsable del FMI y de otros organismos financieros internacionales, pero creo que algo sí podemos hacer en España para que el sector de servicios financieros recupere la confianza perdida.

1º. Descartando a todos aquellos que han participado directamente en esquilmar los ahorros a miles de familias humildes.

2º. Por responsabilidad “in vigilando”, que las entidades financieras devuelvan lo esquilmado, sin que sea necesario hacerlo de golpe. Se puede hacer como si de un préstamo se tratara y devolver en unos años el préstamo a los clientes.

3º. Poner orden en el sector, separando imperativamente con murallas chinas, lo que es aconsejar, asesorar, comercializar y vender productos financieros.

España necesita crecer, eso ya lo sabemos, pero para crecer es absolutamente necesario sanear todo lo podrido que hoy caracteriza a muchos sectores de servicios. Y hasta prueba de lo contrario, el sector de servicios financieros lo está –podrido-, aunque se reconozcan los errores.

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