Banca ética

Banca ética

2013-junio-opinion-elo-Florida

Elodia San Miguel

Responsable del Grado de Contabilidad y Finanzas. Florida Universitaria. 

En la actualidad, cinco años después del inicio de una crisis que no tiene precedentes en el mundo desde hacía décadas, los agentes económicos hemos empezado a interiorizar que no estamos viviendo una época de cambios, sino un verdadero cambio de época, donde el sistema capitalista se ha demostrado incapaz de resolver cuestiones básicas, que afectan tanto a la confianza en los bancos y el conjunto del sistema financiero, como también satisfacer las necesidades más básicas de los seres humanos. 

La principal función de los bancos, que es intermediar entre ahorradores e inversores, se está viendo cuestionada en cuanto a su eficacia por la crisis financiera, que ha provocado grandes transformaciones en la organización del sistema financiero…, aunque estas transformaciones no están consiguiendo, de momento, solucionar los problemas de liquidez a los que se enfrentan los Gobiernos, las empresas y las familias.

En estos últimos años, los organismos internacionales, los bancos centrales y los distintos Gobiernos han realizado grandes esfuerzos para ayudar al sector financiero a superar la crisis, aunque aún es prematuro para confirmar si las medidas podrán normalizar la situación; al menos en el corto plazo. 

Es en este contexto de falta de liquidez, aumento del riesgo, baja de calificaciones crediticias y un exceso de resquemor por el futuro, donde empieza a destacar otro tipo de banca, la llamada Banca Ética (BE).

Este tipo de banca se caracteriza en una gestión no basada únicamente en el binomio rentabilidad-riesgo, sino que tiene en cuenta otros factores, como la gestión transparente, el fomento de actividades que respeten el medio ambiente, el beneficio social, la sostenibilidad o el comercio justo, entre otros aspectos; todos relacionados con lo que conocemos con la «economía del bien común». 

Gestión del negocio 

El concepto de banca ética puede llevarnos a pensar que el resto de bancos no actúan de manera ética, pero ello no es cierto en todos los sentidos. Por ese motivo, es conveniente aclarar que la ética no solo se aplica al tipo de productos o servicios que ofrece la banca, sino que también puede hablarse de ética en la propia gestión del negocio, y ahí es donde la banca tradicional ha demostrado que en algunos casos ha errado, sobreponiendo en objetivo del beneficio económico a una actuación ética. 

Todos conocemos los casos de las «preferentes», por poner un ejemplo, donde el beneficio económico y las necesidades de financiación han predominado sobre el interés de los ahorradores, que confiaban en que estaban realizando una inversión segura, cuando en realidad no lo era. Pero si hemos de buscar responsabilidades en este tipo de actuaciones, para ser honestos no podemos culpar sólo a la banca.

Cuando vamos al banco a realizar una imposición, ¿qué preguntamos?: ¿cuánto interés me van a dar? Parece ser que lo único que importa es la cantidad de dinero que nos van a dar por nuestros ahorros, pero no nos preguntamos qué va a hacer el banco con ese dinero. ¿Van a financiar proyectos que impliquen explotación de niños en países poco desarrollados?, ¿financiarán con nuestro dinero guerras?, ¿financiarán proyectos que generen empleo local?…

Es una reflexión que deberíamos tener en cuenta para decidir dónde invertir nuestros ahorros; los pocos que nos quedan, ciertamente. 

La banca ética, también conocida como banca social, cívica o sostenible, es una banca preocupada por los impactos sociales y ambientales en sus inversiones y préstamos, y parte de un movimiento social más amplio, que se preocupa por las responsabilidades sociales del sector financiero. El concepto de banca ética incluye varias dimensiones, como son la inversión ética, la inversión socialmente responsable y la responsabilidad social corporativa. 

El dinero como herramienta 

El modelo económico actual, que no es capaz de zanjar la crisis económica y financiera, se basa en el dinero por el dinero y el crecimiento infinito. El dinero debe ser una herramienta, no un objetivo como ha ocurrido hasta ahora. La riqueza de un país son los servicios que el dinero puede generar para la sociedad, y no el dinero en sí mismo. 

El preámbulo de la Constitución Española proclama la voluntad de garantizar la convivencia democrática «conforme a un orden económico y social justo». Pero, sin embargo, no sólo los gobernantes, también los organismos internacionales (FMI, Banco Mundial, G20, BCE, etc.), basan sus decisiones en indicadores puramente monetarios, financieros y de crecimiento. ¿La riqueza de un país se puede medir solo por el crecimiento del PIB? ¿Se puede crecer hasta el infinito o los recursos del planeta son limitados? 

Desde pequeños nos han enseñado que hay que tener más dinero, mucho más, cuanto más mejor, y que la solución a la crisis está en el crecimiento del PIB. Un país funciona bien cuando el PIB crece, pues entonces tomemos nota del caso de China, que está creciendo y sin embargo tiene unas condiciones laborales deplorables en general. 

Muchas veces hemos escuchado «cuando el PIB tenga un crecimiento positivo habremos salido de la crisis», pero no se puede crecer hasta el infinito por que los recursos son limitados y algunos estamos agotándolos. Por tanto, hay que favorecer un crecimiento sostenible y responsable, mejorar el bienestar de las personas, y que el dinero sirva para ello y no al revés. 

En éste sentido, desde las universidades y la educación en general tenemos una gran responsabilidad en el momento actual: estimular un cambio de la cultura del dinero a la cultura del bienestar, lo que implica educar en valores, responsabilidad social, ética en los negocios, sostenibilidad, bienestar…

Por ese motivo, en Florida Universitaria, con la colaboración de la Cátedra Bancaja, y en especial desde el Grado de Finanzas y Contabilidad, nos sentimos responsables de formar a nuestros alumnos en una serie de valores que promuevan el cambio de mentalidad. 

Los futuros directivos de las empresas, sean entidades financieras o no, deberán aplicar una serie de valores que necesariamente deben ser distintos a los que se han aplicado hasta ahora, para que logremos una sociedad más justa, y donde predomine el beneficio de las personas al beneficio empresarial. Y con esto no estamos diciendo que las empresas no tengan beneficio empresarial, en absoluto. 

Beneficio versus bienestar 

¿Puede una empresa o una entidad financiera ganar dinero con una base ética que fomente el bienestar social? Es obvio que sí; eso es lo que nos está demostrando lo que llamamos Banca Ética, que en los últimos años están creciendo en algunos casos más que algunos bancos tradicionales. 

Recientemente, en Florida Universitaria organizamos unas Jornadas de Banca Ética, en las que intervinieron Fiare y Caixa Popular, Cooperativa de Crédito. Dos tipos de banca ética distintos. Fiare, la más conocida, invierte en proyectos con alto contenido social, y la segunda, Caixa Popular, integrada en la banca tradicional, destaca la aplicación de un modelo de «gestión ética», que ha favorecido que en éste momento sea una entidad modelo y en crecimiento, al contrario que la mayoría de entidades financieras. 

Lo que parece fuera de toda duda es que los bancos pueden ganar dinero de forma ética, y la sociedad es la principal beneficiaria de éste modelo de gestión. Y en Florida Universitaria, cuando formamos a futuros directivos, especialmente en el Grado de Finanzas, debemos implicarnos en educar en ese tipo de valores, que sustentarán el cambio de modelo económico que promueva una sociedad más justa y un mayor bienestar común; que el dinero sea para la sociedad y no al revés, como ha sucedido hasta ahora. 

Ahí está nuestra responsabilidad, que asumimos. Nos comprometemos a llevar a cabo todas las acciones, tanto curriculares como extracurriculares, que fomenten estos valores: respeto al medio ambiente, sostenibilidad, mejora de la calidad de vida y la dignidad humana, transparencia, honestidad, etc.

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