La internacionalización en China, a largo plazo
El país más poblado del mundo –1.354 millones– es también un mercado política y socialmente muy fragmentado. Desde su entrada en la Organización Mundial del Comercio (diciembre 2001), las barreras de entrada a la inversión se han reducido asombrosamente. Las relaciones UE-China se enmarcan en el Acuerdo Cooperación Comercial y Económica de 1985 y sus relaciones con EE.UU. se reflejan en un acuerdo de 2006.
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Con un crecimiento medio en los últimos años del 10% y del 7,7% en los tres primeros meses de 2013, el “gigante asiático” se sitúa como epicentro de la inversión extranjera.
Estas pueden canalizarse a través de diferentes formas jurídicas. Pueden tratarse de sociedades mixtas o sociedades con capital 100% extranjero. También se puede optar por establecer oficinas de representación o joint ventures con sociedades locales.
En materia fiscal, España y China tienen suscrito un convenio para evitar la doble imposición y prevenir la evasión fiscal que regula también el tipo de tributación para los diferentes impuestos (IRPF, IS,…). No obstante, muchas empresas se establecen en Hong Kong, la antigua colonia británica y región administrativa especial, por sus condiciones más ventajosas.
En China, saber a qué puertas hay que llamar, con quién se debe tratar y cuáles son los protocolos a seguir es tan importante como cualquier otro aspecto de la inversión. Para generar negocio en China primero hay que generar confianza y para ello es necesario plantearse la entrada a largo plazo.
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